Después de tanto pensar en esto, comienza a divertirme. Siempre me gustó jugarle bromas a mis padres, ya saben, de esas cosas como esconderme debajo de la cama o la mesa y cuando menos lo sentía, me quedaba dormida. Al parecer ese era el éxito de mis bromas, dormir durante horas para desaparecer realmente; es gracioso como logras desaparecer mientras duermes...
En fin, mientras más lo pienso, más me agrada. Por supuesto no quiero nada dramático, detestaría que alguno de mis sobrinos me encontrara colgada en el jardín o que mi mamá entrara sin permiso alguno (tal como acostumbra) y encontrara el charcote de sangre, además, para perder sangre Dios nos dio la menstruación. Quiero algo simple y después de muchas vueltas lo he decidido: pastillas. No manchan, no trauman a los que se quedan o al que me encuentre, nadie corre peligro como es el caso de hacerlo con gas ¡y no quiero destrozarme el cráneo de un balazo!
Al principio me pareció triste, dejar al mundo, tristezas a mis padres [aquellos que nunca piensan en la muerte de un descendiente, sino únicamente en la propia, en el caso de que sean realistas claro está]. Después vino el miedo, vagar eternamente por el mundo y esas cosas que tengo motivos de sobra para creer. Pero ahora... me entusiasma...
Eso es lo que deberíamos hacer cuando se pierde el sentido de la vida, cuando dejamos la humanidad para saltar a la sucie... perdón, sociedad. Cosa que aún no hago y no quiero hacer, sólo que me siento cansada de ir contra todo y no ver claro porque el agua me pega en los ojos y caer una y otra vez por el lodo o el musgo del camino. No tengo vocación de mártir, tengo vacación suicida.
Sería egoísta que alguien tan inteligente se vaya y deje el mundo aún peor de lo que es para sus sobrinos.
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