lunes, 11 de julio de 2011

Fantasma


Hoy te vi caminando en la calle y mi corazón se detuvo sólo para agarrar fuerza, para entumir mis piernas y sentir que me quemaba al respirar. Te seguí con la mirada hasta que las piernas obedecieron a la voluntad, pude avanzar hacia ti y ver que no eras tú... Mis ganas de verte, de seguirte, de olerte (aunque no llegué tan cerca cómo para descubrir un olor diferente o igual al tuyo) me traicionaron, hicieron que le pusiera tu cuerpo a otra alma, me volví a cegar con la perfección de tus manos y me embriagué con la delicia que es tu imagen. ¡Ah, pero que imperfectos recuerdos los que me atacaron al momento! Manjares de la locura que extasian mi soledad. Esa imperfección denotó lo sedienta que estoy de ti, de toda tu ignorancia, de tus manías. Hambrienta de tus miedos que me convierten en un salvaje animal capaz de devorarlos sin llegar a indigestarse. Podía pasar días enteros sonriente al mundo sabiéndote junto a mí, nuestras angustias neutralizándose o desgastándonos. Quién se iba a imaginar, mis demonios que de ti resultan sombras convulsionaron nuestro onírico momento que llegó a ser éste cadáver insepulto en mi vida. Estoy segura de que si estuvieras muerto de verdad, tus apariciones no ocurrirían de manera tan frecuente y perjudicial a mi ya delicada salud mental.

Me quedé con un "te amo" tocando mi paladar, que con un trago de agua regresé a mi exaltado vientre. Arrastré los pies y torpemente giré el cuerpo. Me despedí de ti amado desconocido con un silencio indiferente.

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